¿Cuál será el futuro de las plantas ante la crisis climática? Investigadora UNAB explora cómo estas responden a los cambios de su entorno
La Dra. Gisela Stotz, investigadora del Centro de Investigación para la Sustentabilidad (CIS) UNAB, lideró un estudio publicado en la revista Ecology Letters que da nuevas luces sobre la capacidad de las plantas para responder a los cambios en su ambiente, y con ello, su adaptabilidad frente al cambio climático.
Los preocupantes efectos que ya se observan en el medio ambiente han dejado lejos atrás la noción del cambio climático como una amenaza futura, y llevan a preguntarse con urgencia sobre el porvenir de las especies de animales y plantas en los próximos años.
En esa línea, la Dra. Gisela Stotz, investigadora del Centro de Investigación para la Sustentabilidad (CIS) UNAB, lideró un estudio publicado en la revista Ecology Letters que da nuevas luces sobre la capacidad de las plantas para responder a los cambios en su ambiente, y con ello, su adaptabilidad frente al cambio climático.
“El primer paso para mitigar los efectos del cambio climático es entender y predecir cómo este afectará a las distintas especies, para adelantarnos a los potenciales impactos. El saber qué especies están mejor o peor equipadas para hacer frente al cambio climático nos permite priorizar, y dedicar los esfuerzos de conservación a proteger aquellas especies en mayor riesgo”, contextualiza la Dra. Stotz.
Como todo ser vivo, las plantas tienen reacciones específicas a su entorno y la habilidad de modificar aspectos de su morfología, fisiología o comportamiento para responder a los cambios. Esta “plasticidad fenotípica”, explica la académica, es un mecanismo clave que permite a las especies hacer frente al cambio climático.
“Tal como nosotros somos capaces de aclimatarnos a la altura –el primer día nos sentimos mal por la falta de oxígeno, pero luego nuestro cuerpo genera un mayor número de glóbulos rojos y nos comenzamos a sentir mejor–, las plantas hacen lo mismo, cambiando la morfología de sus hojas, la eficiencia con la que hacen fotosíntesis, su capacidad de almacenar agua, entre otros, dependiendo de las condiciones ambientales a las que se ven enfrentadas”, detalla.
Sin embargo, a pesar de la importancia de esta habilidad, predecir qué especies son más o menos plásticas sigue siendo un desafío. En ese sentido, la investigadora del CIS-UNAB explica que el trabajo publicado en Ecology Letters “es el primer estudio que evalúa los patrones de plasticidad a escala global, ayudando a entender qué factores favorecen o limitan la plasticidad fenotípica en plantas”.
A mayor estrés, menor adaptabilidad
Sobre los principales resultados y hallazgos de esta investigación, la Dra. Stotz indica que, hasta el momento, se consideraba que la variabilidad climática era el mejor predictor de la plasticidad fenotípica. Es decir, se pensaba que los ambientes con mayores variaciones en el clima albergan a las especies más “plásticas”, o con mayor capacidad de ajustarse al cambio.
“Nuestro trabajo muestra que el estrés es un predictor más importante, limitando la plasticidad: plantas de ambientes estresantes, son menos plásticas”, señala. Es decir, la habilidad para adaptarse y responder a los cambios se reduce frente a condiciones adversas o de estrés, como la escasez de agua o las bajas temperaturas.
“Esto nos sugiere que las plantas que habitan en esas áreas tendrán menos herramientas para hacer frente a los cambios en el clima, lo que las pone en mayor riesgo de extinción”, dice la Dra. Stotz, puntualizando que esto puede ser aún más relevante considerando que precisamente es en los ecosistemas “estresantes”, como desiertos y montañas, donde los efectos del cambio global son más intensos y rápidos.
Así, estos hallazgos indican que para poder predecir el potencial de las especies vegetales para adaptarse al cambio climático, se deben considerar aquellos factores que favorecen y limitan su plasticidad fenotípica, y de esta forma encauzar de mejor manera su protección.