Cooperativa | Entrevista a Alejandra San Martín del Instituto de Ciencias Biomédicas UNAB
Investigadores de la U. Andrés Bello descubren TIC 10, un compuesto prometedor que podría revolucionar el tratamiento de aneurismas y enfermedades cardiovasculares, mostrando eficacia en modelos animales.
Un equipo de investigadores de la Universidad Andrés Bello, liderado por la Dra. Alejandra San Martín del Instituto de Ciencias Biomédicas UNAB, ha identificado un compuesto innovador que podría revolucionar el tratamiento de aneurismas y otras enfermedades cardiovasculares. El compuesto, denominado TIC 10, ha demostrado reducir significativamente el desarrollo de aneurismas en modelos animales.
El aneurisma, una debilitación peligrosa de las paredes vasculares, es una condición que afecta a miles de personas y actualmente solo puede ser manejada a través de la regulación de la presión arterial y cambios en el estilo de vida. Sin embargo, la nueva investigación sugiere que TIC 10 podría ofrecer una solución farmacológica viable.
TIC10 y aneurismas
El descubrimiento del TIC 10 se basa en años de estudio del músculo liso vascular, un tipo de célula crucial para la salud de los vasos sanguíneos. «Nos dimos cuenta de que había una vía de señalización que pasaba por una proteasa mitocondrial que no se había estudiado mucho en relación con las enfermedades vasculares», explicó la Dra. San Martín a Cooperativa Ciencia. «Activando esta proteasa, observamos una mejora notable en el fenotipo de las células musculares lisas, haciéndolas más funcionales y menos inflamatorias.»
TIC 10 no es un compuesto nuevo; fue descubierto originalmente por investigadores de la Universidad de Pennsylvania hace 15 años por sus propiedades anticancerígenas y ha avanzado hasta la fase tres de ensayos clínicos para el tratamiento de gliomas. «El hecho de que esta droga ya esté en uso humano para otro propósito nos da una ventaja significativa, ya que podríamos replantear su uso para tratar aneurismas con pruebas adicionales», añade la Dra. San Martín.
Los próximos pasos en la investigación se centrarán en comprender mejor los mecanismos que permiten a TIC 10 activar la proteasa mitocondrial y explorar la posibilidad de diseñar moléculas aún más efectivas y específicas. «Nuestro objetivo es desarrollar un tratamiento que no solo sea más efectivo, sino que también minimice los efectos secundarios», concluye San Martín.