Conoce a tu Profe | Natalia Contreras, una nutricionista comprometida a formar profesionales éticos y buenas personas
Hace 5 años que Natalia Contreras llegó como académica a la Escuela de Nutrición y Dietética de la U. Andrés Bello y desde, entonces, ha generado un férreo vínculo con sus estudiantes, quienes incluso la consideraron como “la mejor docente” el año pasado.
Desde 2019 que Natalia Contreras Jeldres forma parte de la Escuela de Nutrición y Dietética de la Universidad Andrés Bello, donde se dedica cien por ciento a la docencia, combinando su experiencia en simulación clínica y educación con la gestión académica.
Nutricionista con magister en Nutrición Clínica del INTA; diplomados en Docencia en Educación Superior, Simulación Clínica y Estrategias de Enseñanza y Aprendizaje Digital, la académica de la UNAB también cuenta con formación avanzada en Nutrición Clínica y Soporte Nutricional, “siempre enfocada en actualizarme y crecer en diferentes áreas de la profesión”, subraya.
Nacida en San Carlos, Región de Ñuble, Natalia Contreras llegó a la UNAB como “algo aleatorio”, dice. “Justo había renunciado a mi trabajo anterior por temas personales y estaba buscando nuevas oportunidades sin tener nada claro. Me llamaron de la UNAB sin conocerme ni haberme escuchado antes, y aquí estoy”, comenta.
¿Cómo nació su gusto por la docencia?
Mi gusto por la docencia comenzó en la universidad, cuando fui ayudante de asignaturas clínicas desde tercer año. Más adelante, al trabajar en el área clínica, tuve la oportunidad de recibir estudiantes, y ahí confirmé que tenía habilidades para enseñar. ¡Jejeje!
¿Por qué eligió estudiar Nutrición?
Más bien, la Nutrición llegó a mí. Al principio, no estaba segura de mi elección. El primer año fue difícil, no me convencía. Pero cuando empecé a ver asignaturas como nutrición básica y clínicas, me encanté. También comprendí que el nutricionista no solo da dietas, sino que impacta de muchas formas en la vida de las personas.
¿Cómo define su camino en esta profesión?
Ha sido diverso. Comencé como todos, desde abajo, con horas en hospitales hasta conseguir una jornada completa en el Hospital de Chillán, de mediana complejidad. La realidad ahí es muy distinta a Santiago, lo que me dio una perspectiva amplia. Luego, al involucrarme en la docencia, se abrió un mundo nuevo para mí. Me di cuenta de que podía enseñar no solo conocimientos técnicos, sino también formar profesionales éticos y buenas personas.
Nuestra profesión tiene el poder de transformar vidas. No olviden nunca que ser un buen profesional significa también ser ético, tratar a los demás con respeto y empatía, y trabajar con pasión y compromiso. ¡Ustedes pueden marcar la diferencia en el mundo!
¿Cuáles son los desafíos que tiene en UNAB?
Por supuesto, crecer. Me interesa mucho la gestión académica, pero también amo la clínica y la educación clínica. Espero seguir desarrollándome en estas áreas y aportar en ambas.
¿Cómo es su relación con los estudiantes?
Me llevo bastante bien con ellos. Para mí, el buen trato es fundamental. Sé que cada estudiante tiene su propio estilo de aprendizaje, y trato de adaptarme. El año pasado me eligieron como la mejor docente, lo que fue una tremenda satisfacción porque se valora no solo mi experiencia, sino también mis metodologías, disposición y formas.
Fuera del aula
¿Qué le gusta hacer en sus tiempos libres?
Disfruto pasar tiempo con mi familia: mi marido y mi hijo Julián. Ellos son mi vida. Trato de no perder el equilibrio entre el trabajo y lo personal, dedicando los fines de semana a hacer actividades con ellos, como salir a caminar, ir al parque o ver películas.
¿Qué le enoja y qué le pone feliz?
Me enoja la flojera, el trabajo mal hecho, la deslealtad y la mentira. Me pone feliz mi familia y, claro, la comida. ¡Jajaja!
¿Cómo se definiría en una frase?
Mamá, mujer y profesional apasionada; súper matea con lo que hace, disciplinada, pero también alguien que disfruta de la vida.
¿Cuál es el colmo de una nutricionista?
Amar las papas fritas, como yo. ¡Jajaja!
Una serie que recomienda…
«The Resident». Es la que estoy viendo ahora, y estoy pegadísima.
¿Qué le diría a sus estudiantes para que se motiven y encanten con su profesión?
Les diría que más allá de los conocimientos técnicos, nuestra profesión tiene el poder de transformar vidas. No olviden nunca que ser un buen profesional significa también ser ético, tratar a los demás con respeto y empatía, y trabajar con pasión y compromiso. ¡Ustedes pueden marcar la diferencia en el mundo!