Claves para identificar a quienes logaron mayor movilidad social en el trabajo
Un nuevo reporte del Estudio UNAB de Movilidad Social Multidimensional consignó que el país logró una movilidad social neta de 10,4% en la dimensión trabajo u oficio, esto es, al comparar el grupo ocupacional al que pertenecen quienes hoy tienen entre 35 y 55 años con la de sus figuras parentales en el pasado. Según la investigación del Instituto de Políticas Públicas la Universidad Andrés Bello, el 7,9% de la población estudiada logró ascender 3 o más grupos de ocupación, es decir, logró grados de movilidad social laboral alta, impulsada fuertemente por mejores niveles educacionales alcanzados y una positiva predisposición al esfuerzo.
En la previa a la conmemoración del Día Internacional del Trabajo, el Instituto de Políticas Públicas de la Universidad Andrés Bello publicó un nuevo análisis sobre movilidad social intergeneracional, esta vez, ahondando en la evolución de las oportunidades laborales a las que han accedido las personas que hoy tienen entre 35 y 55 años en comparación con las que tuvieron sus padres o principales figuras parentales.
Este nuevo reporte se enmarca en el Estudio UNAB de Movilidad Social Multidimensional 2024, investigación cuya primera entrega se realizó en septiembre de 2024 y desarrolló un nuevo modelo para medir los avances sociales y económicos que ha experimentado Chile en las últimas décadas. La medición consideró ocho dimensiones y concluyó que el país alcanzó una movilidad social neta multidimensional promedio de 12% en una generación, ascenso que fue impulsado favorablemente por los niveles de movilidad social neta ascendente registrado en las dimensiones de nivel educacional (52,4%), habitabilidad (48%), acceso al consumo (31,9%), acceso a la salud (11,5%) y trabajo u ocupación (10,4%). Por el contrario, el interés público (-6,7%), la vivienda propia (-9%) y la seguridad en el barrio (-42,7%) fueron aquellas áreas que registraron movilidad social neta descendente al comparar ambas generaciones.
Movilidad social en el trabajo
Para poder realizar el análisis, se conformaron seis grupos o clusters a partir del Clasificador Chileno de Ocupaciones utilizado por el INE, proveniente de la Clasificación Internacional Uniforme de Ocupaciones (CIUO) de la OIT, y la Encuesta Suplementaria de Ingresos de los años 2023 y 2013. Así, el primer grupo corresponde a quienes tienen ocupaciones con ingresos más bajos -sus ingresos se concentran en los primeros deciles-, y el último cluster -grupo 6- corresponde a las ocupaciones cuyos miembros concentran sus ingresos en los deciles más altos.
A partir de esta metodología, el estudio de la UNAB arrojó que, en términos generales, un 38,2% de la población, equivalente a 1.283.896 personas, presentó una movilidad ascendente en una generación. Asimismo, un 34% -1.144.127 personas- tuvo una movilidad social nula en esta dimensión y, finalmente, 933.947 personas -es decir, el 27,8%- tuvo movilidad descendente. Lo anterior se traduce en que, a lo largo de una generación, Chile experimentó una movilidad neta positiva de un 10,4% en este ámbito.
Al diferenciar estas cifras por sexo, los investigadores no encontraron una diferencia significativa en el porcentaje de mujeres y hombres que mejoraron respecto a sus padres en ocupación, mientras que sí se registraron distinciones en la movilidad nula y descendente. Así, un 37% de las mujeres presentaron movilidad social ascendente, mientras que un 27,8% experimentaron movilidad social nula y el 35,1% restante movilidad descendente. En el caso de los hombres, un 39,1% presentó movilidad ascendente, un 38,9% movilidad nula y un 22% descendente.
De esta manera, el informe concluye que las mujeres tienen una movilidad social descendente 13,2 puntos mayor que la de los hombres, es decir, ellas se encuentran en mayor proporción en una ocupación de menor jerarquía que la de sus padres en comparación con los hombres. En tanto, los hombres presentan una mayor proporción de movilidad nula, lo que sugiere trayectorias laborales más estables o con menor deterioro intergeneracional en los varones.
Al incorporar la variable educacional, los investigadores encontraron que, en el grupo de profesionales, hombres (65,1%) y mujeres (64,7%) lograron el mismo porcentaje de movilidad ascendente en el trabajo. En cambio, se encontró que un 9,8% de los hombres profesionales tuvieron movilidad social descendente en ocupación o trabajo, mientras que en el caso de las mujeres este porcentaje casi se duplica, al llegar al 18,4%. De esta manera, las mujeres profesionales con o sin postítulo tuvieron 8,6 puntos porcentuales más de movilidad social descendente que los hombres del mismo perfil profesional. En el caso de las personas con educación técnico nivel superior, las diferencias son no significativas.
Las personas con nivel educacional de enseñanza media, un 23,4% de los hombres con este nivel presentan movilidad ascendente mientras que un 26% en el caso de las mujeres, y respecto a la movilidad descendente, esta es mayor para las mujeres, con un 39,5% en contraste con el 30,8% de los hombres. Así, se genera una movilidad social descendente mayor en 8,7 puntos porcentuales en las mujeres que alcanzan este nivel educativo.
Por último, en el grupo con menor nivel educacional –enseñanza básica o menos– se encuentra el escenario más negativo para las mujeres. Un 23,6% de los hombres presentó movilidad social ascendente en el trabajo u ocupación, mientras que en las mujeres esta disminuye al 6,4%, y respecto a la movilidad descendente, un 22,4% de los hombres con este nivel de educación caen respecto a sus padres, pero esta cifra se eleva a un 64,4% en el caso de las mujeres, generándose así una brecha de 42 puntos en perjuicio del sexo femenino.
El estudio del Instituto UNAB de Políticas Públicas también encontró contrastes al diferenciar por área geográfica. En términos generales, se determinó que las personas que habitan en zonas urbanas (39,5%) lograron una mayor movilidad ascendente en ocupación que las que lo hacen en las áreas rurales (28,2%). En cambio, quienes viven en zonas rurales presentaron mayor movilidad nula (+5,1 puntos) y descendente (+6,2 puntos).
Finalmente, el estudio incorporó una escala de valoración del esfuerzo que divide a los encuestados en tres grupos: baja, media y alta disposición a este. Así, los hallazgos mostraron una asociación positiva entre el esfuerzo y la movilidad laboral ascendente: un 46,4% de quienes se posicionan en el tramo más alto de la escala presentaron movilidad ascendente, cifra que contrasta significativamente con el 35,2% observado en el tramo más bajo. A su vez, la movilidad descendente disminuye progresivamente a medida que aumenta el esfuerzo, pasando de un 30,5% en el grupo bajo a solo 23,9% en el alto.
Quiénes son los que más ascienden
El estudio identificó a quienes lograron una movilidad social ascendente de mayor magnitud, esto es, aquellas personas que actualmente tienen una ocupación al menos tres grupos más alta que la de sus figuras parentales.
Del total de la población objetivo, un 7,9% logró ascender 3 o más grupos de ocupación. Si bien no se detectaron diferencias significativas al diferenciar por sexo o si es que la persona vive en una zona rural o urbana, sí influyó el nivel educativo alcanzado: las personas que cuentan con un título universitario con o sin posgrado (17,1%) o técnico nivel superior (10,6%) son quienes pertenecen en mayor medida al conjunto de quienes se mueven tres o más grupos en ocupación, superior a quienes cuentan con educación media (3%) o educación básica o menos (1%). También se encontró diferencias sustantivas al diferenciar por disposición al esfuerzo: quienes tienen una valoración alta del esfuerzo, el porcentaje de personas que tiene una movilidad ocupacional ascendente de tres o más grupos es de 11,4%, siendo mayor que quienes tienen una valoración baja (6,5%) o media (6%).
Dificultad para encontrar empleo
El estudio del IPP UNAB también indagó en la percepción sobre la dificultad para encontrar empleo a lo largo de la vida laboral, con el fin de incorporar la visión de las personas sobre sus oportunidades reales de inserción laboral, lo que puede estar influido tanto por las condiciones del mercado como por las características personales, sociales y territoriales.
El análisis arrojó diferencias significativas según sexo, nivel educacional, región, área geográfica y nivel socioeconómico. En términos generales, un 52,6% de los encuestados declara haber tenido bastante o mucha dificultad para encontrar trabajo cuando ha estado desempleado. Esta percepción es mayor entre mujeres (58,8%) que en hombres (46,9%), y se acentúa en zonas rurales, donde alcanza un 63,3%, frente al 51,0% en áreas urbanas.
La complejidad también aumenta a medida que disminuye el nivel educacional: un 63,3% de quienes tienen educación básica o menos declara alta dificultad. Sin embargo, incluso el 43,4% de quienes cuentan con formación universitaria o de posgrado reportan haber enfrentado importantes obstáculos, lo que muestra que el nivel educativo, si bien relevante, no elimina por completo las barreras percibidas para acceder al empleo.
Por último, por nivel socioeconómico se observó una relación clara: en el grupo E -el de menores ingresos-, un 71,6% indica haber tenido bastante o mucha dificultad, mientras que en el grupo C1 -el de mayores ingresos considerados en el estudio- este porcentaje se reduce a un 35,4%.
Conclusiones
El estudio destacó la importancia de analizar la movilidad social intergeneracional en el área del trabajo u ocupación para así contar con insumos para el diseño de políticas públicas que aborden los desafíos del mercado laboral de una manera integral.
Los hallazgos del informe del Instituto de Políticas Públicas de la Universidad Andrés Bello dejaron en evidencia que la movilidad social intergeneracional en la dimensión ocupación es positiva en Chile, pero que a su vez presenta importantes heterogeneidades que deben ser consideradas.
En ese sentido, Raúl Figueroa, director ejecutivo del Instituto de Políticas Públicas de la Universidad Andrés Bello, sostuvo que este nuevo estudio evidencia que “si bien la movilidad social en el trabajo ha sido positiva en Chile, se observan brechas al diferenciar por sexo, educación, territorio y autopercepción del esfuerzo. Estos hallazgos debieran apuntar a políticas públicas integrales como la formación continua a lo largo de la vida laboral, ampliar el acceso a las salas cuna para facilitar la incorporación de la mujer al trabajo y mejorar los mecanismos de inserción laboral de jóvenes, mujeres y personas con menor nivel educativo”.
El informe se construyó a partir de la Encuesta UNAB de Movilidad Social Multidimensional 2024, la cual se realizó de manera presencial y cuenta con representatividad a nivel nacional. Ésta recolectó información de 2.124 personas de entre 35 y 55 años a lo largo de las 16 regiones del país mediante un cuestionario de 90 preguntas cerradas, la aplicación del Test de Raven -para medir habilidades del razonamiento abstracto- y una Escala de Capital Social. Para poder realizar el análisis, a los entrevistados se les preguntó por su condición actual y la de sus padres o figuras parentales principales cuando el encuestado tenía 14 años. El trabajo de campo de la encuesta se realizó entre el 22 de marzo y el 27 de junio de 2024 y estuvo a cargo de la empresa CADEM.