Calidad de las aguas: Un problema desatendido
En el marco del Día Mundial del Agua y la escasez hídrica que enfrenta el país, la Dra. Elizabeth Garrido, directora de la Escuela de Ciencias Ambientales y Sustentabilidad UNAB, llama a dar relevancia en las políticas públicas a un problema ignorado: la calidad de las aguas. Esto, considerando la amenaza de contaminantes emergentes como medicamentos, pesticidas, entre otros.
Esta columna fue publicada originalmente en el sitio CodeXverde, en su especial dedicado a la Semana Mundial del Agua 2020.
«En el marco del Día Mundial del Agua, es importante notar que en nuestra conciencia colectiva estamos viviendo una transición desde considerarnos “un país privilegiado en materia de recursos hídricos” a un país con una severa y permanente “escasez hídrica”. En los últimos años se ha observado una disminución sostenida y creciente en la disponibilidad del recurso hídrico: entre un 20% y 50% en las macro zonas sur y norte centro, respectivamente, situación que puede acrecentarse en los próximos 30 años debido a los efectos del cambio climático.
Bajo este nuevo escenario de escasez hídrica, es justificable pensar que las iniciativas adoptadas a nivel nacional deban estar enfocadas principalmente en la disminución del consumo de agua, en asegurar el acceso de este vital elemento para el consumo humano y saneamiento, y en la búsqueda de nuevas fuentes de suministro de agua. Más aún ahora que enfrentamos la pandemia por COVID-19 y la principal recomendación de la OMS para evitar el contagio es el lavado frecuente de manos con agua y jabón, por lo que el acceso al agua se ha transformado un tema de vida o muerte.
No obstante, llama la atención que hasta la fecha el tema de la “calidad de las aguas” no ha sido considerado, lo que se evidencia en el diagnóstico realizado por la Mesa Nacional del Agua, donde se reconoce que “la problemática de la calidad del agua queda invisibilizada por el desbalance hídrico o las situaciones de sequía o inundaciones”. A pesar de que en dicho informe la “calidad de las aguas y ecosistemas relacionados” ha sido recientemente incorporado como un desafío para el país, todavía existe una gran deuda en esta materia si continuamos considerando que la calidad de las aguas se reduce solamente al cumplimiento de las normas de emisión de residuos líquidos, a aumentar el número de normas secundarias o a ampliar la cobertura de agua potable en los sectores rurales.
El enfrentar el desafío de la calidad de las aguas requiere una profunda transformación de lo que actualmente consideramos como “calidad del agua”. Hoy en día existe evidencia científica que demuestra que las fuentes de abastecimiento de agua dulce están siendo amenazadas por la presencia de contaminantes emergentes (CE): productos químicos que actualmente no se encuentran bajo regulación y que, aún cuando se pueden detectar en agua, en bajas concentraciones pueden tener un efecto perjudicial en el medio ambiente y la salud de la personas o sus efectos a largo plazo aún son desconocidos.
Algunos ejemplos de CE son los productos de cuidado personal, medicamentos, pesticidas, e incluso drogas ilícitas. Su principal fuente de ingreso a los cuerpos de agua es producto de la agricultura, actividades industriales y la disposición de las aguas residuales domésticas, cuyos sistemas de tratamiento no están diseñados para remover este tipo de contaminantes, situación aún más alarmante debido a estudios internacionales que reportan la presencia de contaminantes emergentes incluso en agua potable. Esta información es preocupante cuando se contrasta con los usos de agua en Chile, donde el sector sanitario y agrícola representan en su conjunto el 79% de los usos consuntivos, sumado a un 12% de uso en el sector industrial, todas ellas catalogadas como las principales fuentes de ingreso de los contaminantes emergentes a los cuerpos de agua.
Es por esto que, en una nueva conmemoración del Día Mundial del Agua, no podemos seguir invisibilizado la presencia de contaminantes emergentes en las fuentes de suministro de agua; un problema que ha sido puesto en evidencia por la comunidad científica y que requiere con urgencia ser incorporado en las políticas nacionales de recursos hídricos. Al final del día no olvidemos que los grandes desafíos en materia ambiental y de salud pública han sido previamente alertados por la evidencia científica. No sigamos cometiendo los mismos errores.»