Brillando en la oscuridad: Chile toma medidas para reducir la contaminación lumínica
En el contexto del Día de la Astronomía, que en Chile se celebra este 20 de marzo, Bruno Dias, investigador del Instituto de Astrofísica de la Universidad Andrés Bello y presidente de SOCHIAS explica los efectos dañinos de la contaminación lumínica y cómo la ciudadanía puede ayudar a proteger la oscuridad de nuestros cielos.
Es sabido que Chile cuenta con diversas ventajas que hacen que nuestro cielo sea ideal para la observación astronómica. No por nada aquí se están instalando los telescopios de más de 30 países, entre ellos, el más grande del mundo, el ELT; también el más alto, el telescopio japonés TAO y el que dispone de la cámara más grande, el telescopio Vera Rubin.
“El norte chileno, que presume de uno de los cielos más limpios del mundo, se está convirtiendo en potencia y epicentro de la astronomía mundial”, asegura Bruno Dias, investigador del Instituto de Astrofísica de la Universidad Andrés Bello y presidente de la Sociedad Chilena de Astronomía (SOCHIAS).
Y en un esfuerzo conjunto por preservar la claridad de sus cielos nocturnos y garantizar un entorno propicio para la observación astronómica, es que Chile ha dado pasos significativos para combatir la contaminación lumínica. ¿Pero qué es este fenómeno?
El astrónomo investigador, Bruno Dias, explica de qué se trata, las medidas que ha tomado el país para proteger sus cielos y cómo las y los ciudadanos podemos contribuir:
La contaminación lumínica es el uso de luz artificial excesivo, ineficiente y muchas veces sin pensar, por ejemplo, el alumbrado público apuntando hacia arriba o los focos muy intensos con la excusa de entregar mayor seguridad cuando en realidad generan sombra por contraste y terminan entregando menos seguridad. También es el uso excesivo de luz blanca o fría que directamente afecta a las observaciones astronómicas al tener una fracción muy alta de luz azul.
El profesor Dias explica que la luz azul genera un brillo del cielo que daña las observaciones en telescopios en el rango de luz visible.
A lo anterior se agregan los efectos de la contaminación lumínica en la salud animal y humana. El exceso de luz blanca altera los ecosistemas, al afectar los patrones de comportamiento de las especies, entre ellas, las aves migratorias. En los seres humanos, el exceso de luz en el ambiente nocturno afecta la producción de melatonina, hormona relacionada con la regulación del sueño, aumentando el riesgo de insomnio y otros trastornos asociados.
¿Qué ha hecho Chile para enfrentar la contaminación lumínica?
Se han firmado dos decretos complementarios desde dos ministerios que trabajan en conjunto, el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación y el Ministerio de Medio Ambiente. El primer decreto define las 29 comunas de interés en las regiones de Coquimbo, Antofagasta y Atacama, y el segundo actualiza la norma lumínica en todo el país, bajando el tope permitido de luz azul del 15% al 7%, y al 1% en las 29 comunas donde se ubican los observatorios astronómicos. Esto no es solo para el alumbrado público, sino también para las pantallas publicitarias, que deberán apagarse de noche. De esta forma, el país demuestra a los consorcios extranjeros que le da la debida importancia a la astronomía y que estamos trabajando activamente por mantener las condiciones que hacen que los cielos chilenos sean tan atractivos. Además, al abarcar todo el país, se está protegiendo también la salud humana y animal, no solo la observación astronómica.
¿Y qué plazo tienen los municipios para implementar estos cambios?
Estos nuevos decretos se firmaron en octubre del 2023. En las zonas designadas como de valor para la observación astronómica hay un plazo de cinco años para mejorar el alumbrado público, es decir, a octubre del 2028. En el resto del país será gradual. En el caso de las pantallas, estas se deberán apagar de noche a partir del 18 de octubre de este año.
¿Cómo pueden las personas ayudar a reducir la contaminación lumínica?
Antes que todo, es importante concientizar de que el tema de la contaminación del ambiente es real. Tenemos contaminación acústica, del aire, de ríos y océanos. Estos son algunos ejemplos obvios que se perciben con los sentidos. No es tan así con la contaminación lumínica, pues es más silenciosa, nocturna, y hay que poner más atención.
Algunos ejemplos del impacto de la contaminación lumínica y lo que podemos hacer para mejorar, incluyen:
- Seguridad: “Hay un concepto erróneo de que mientras más luces en la noche, más seguros nos sentimos. Pero en verdad, la luz muy fuerte genera sombras donde se puede esconder alguien mal intencionado”, explica Dias. Él recomienda utilizar ampolletas LED ultra cálidas con menos de 7% de luz azul y con potencias bajas o moderadas planificada, para lograr una iluminación uniforme en las calles.
- Ahorro de energía: “No sé de dónde salió el concepto de que es buena idea alumbrar hacia arriba. La dispersión de la luz en la atmósfera no será suficiente para alumbrar una calle, a menos que haya una niebla muy densa, pero en ese caso alumbraría tanto que sería peligroso en una carretera, por ejemplo. Entonces alumbrar las calles hacia arriba es gastar recursos públicos”. Se deben utilizar lámparas inteligentes que alumbren hacia abajo o con iluminación indirecta, siempre con ampolletas ultra cálidas de menos de 7% de luz azul.
- Ciclo circadiano: “El cuerpo humano trabaja en ciclos, estamos activos de día y dormimos de noche. Al alumbrar excesivamente la noche, la luz artificial afecta nuestro sueño, y ya sabemos los problemas de salud física y mental que ocurren cuando no tenemos una buena rutina de sueño. Algo parecido sucede con varios otros animales, algunos de hábitos diurnos, otros nocturnos. ¿Quién no ha escuchado a pájaros de hábito diurno cantando en la noche de una ciudad excesivamente alumbrada?” señala. El académico recomienda bajar el exceso de luminarias públicas, así como el exceso de pantallas publicitarias. Junto con el cambio de ampolletas y mejorar la direccionalidad de la luz, se pueden utilizar sensores de presencia, que iluminan solo cuando es necesario.
Con el apoyo de la ciudadanía
“Los decretos son solo el inicio de un gran trabajo de concientización y cambios positivos. Aún tenemos que levantar varias iniciativas”, advierte el presidente de SOCHIAS.
A modo de ejemplo, dice, la Municipalidad de Vicuña organiza brigadas conformadas por la población local que denuncia el mal uso de iluminación artificial, “y en vez de multar, se ofrece información y se propone la solución en primera instancia. Entonces, la gente puede ayudar a levantar un mapa indicando dónde están los focos de iluminación inadecuada y llevar esta información a la Municipalidad que corresponda”, agrega.
Otra iniciativa es la plataforma digital Glowatch, lanzada en enero de este año con el fin de generar un catastro nacional de las fuentes de contaminación lumínica, con ayuda de la ciudadanía.
Este proyecto fue desarrollado en conjunto por Fundación Cielos de Chile, el Centro de Investigación de Luz y Energía (CILUZ), el Centro de Astrofísica y Ciencias Afines (CATA) y el Centro de Modelamiento Matemático (CMM).
Glowatch es un chatbot que funciona en WhatsApp (+569 8227 6560) que recibe las denuncias de sobreiluminación detectadas por las y los ciudadanos. También se pueden hacer en el sitio web, haciendo clic en el ícono de WhatsApp. El chatbot hace de guía para realizar la denuncia y el sistema va levantando el mapa de contaminación lumínica.
“Tenemos que organizarnos con muchas más iniciativas como estas, locales y nacionales, para generar conciencia, levantar información y proteger los cielos oscuros. El buen uso de la luz artificial está en nuestras manos”, concluye Bruno Dias, académico investigador del Instituto de Astrofísica UNAB.