Cada 28 de abril se celebra el Día Mundial de la Seguridad y Salud en el Trabajo, fecha instaurada en el 2003 por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en memoria de los 28 trabajadores que perdieron la vida en una construcción en Connecticut, Estados Unidos, en 1987.
Todos los años, la OIT propone un tema relevante relacionado con la prevención de accidentes y enfermedades profesionales, focalizándose esta vez en lo que significa para los gobiernos, los trabajadores y los empleadores la incorporación, desde el año pasado, de un entorno seguro y saludable como principio fundamental y un derecho en el trabajo.
Si bien Chile ha avanzado en tener espacios laborales seguros y saludables, aún hay desafíos en esta materia en los distintos sectores económicos, en las micro y pequeñas empresas y también considerando las condiciones de trabajo para grupos vulnerables como mujeres, adultos mayores, migrantes y personas con discapacidad.
En este sentido, si analizamos la estadística oficial que informa la Superintendencia de Seguridad Social (SUSESO), vemos un claro descenso en la tasa de mortalidad en la última década, pasando de una tasa de 6,1 por 100.000 trabajadores protegidos el año 2012 a una de 2,9 por 100.000 trabajadores protegidos el 2021. Aun así, lo anterior implicó que 199 trabajadores salieran sanos a trabajar y no regresaron a su hogar por haber perdido la vida en el trabajo.
Además, este promedio esconde muchas diferencias entre sectores, teniendo las tasas más altas las empresas del rubro transporte y telecomunicaciones con un 13,2 contra la más baja de 0,8 en el sector servicios.
En contraste, la mortalidad en el trayecto no ha tenido el mismo descenso, ya que en el año 2021 la tasa fue de 2,1 (lo que correspondió a 140 trabajadores fallecidos) frente a un 2,6 en el año 2012 (139 trabajadores fallecidos).
Respecto a las enfermedades profesionales, los dos últimos años reportados presentaron un importante aumento debido a los casos de COVID que se produjeron por causa laboral. Además, los casos de salud mental por exposición a factores de riesgo psicosocial en el trabajo han ido paulatinamente aumentando, afectando principalmente a mujeres.
En este contexto, que, para alcanzar espacios de trabajo seguros y saludables, los países miembros de la OIT se comprometen a incentivar la adopción de dos convenios fundamentales en esta materia, donde se destacan el fomento de la prevención y el fortalecimiento del diálogo social.
La prevención es esencial en el quehacer de la SST, ya que el foco debe estar puesto siempre en evitar los accidentes del trabajo y enfermedades profesionales, controlando los agentes y factores de riesgo presentes en el contexto y la organización del trabajo que generan estos daños, estableciendo al interior de las empresas y la sociedad en su conjunto una cultura de prevención.
A nivel nacional se señala la importancia de realizar consultas a los trabajadores y empleadores, a través de sus organizaciones más representativas, respecto a la política, el sistema y el programa nacional de SST. A nivel de las empresas, resulta fundamental hacer participar activamente a los trabajadores y trabajadoras en los programas de prevención, pues son ellos y ellas quienes conocen mejor los riesgos a los que están expuestos y aportan con soluciones innovadoras y prácticas para su control.
En resumen, la incorporación de la SST como principio fundamental y derecho en el trabajo abre una oportunidad para que los distintos actores de la sociedad aporten cada uno desde sus funciones para lograr espacios sanos y seguros y así evitar accidentes del trabajo y enfermedades que tanto sufrimiento y daño producen a las personas, las empresas y el país.
Dra. María Elisa León
Académica de Postgrado de la Facultad de Enfermería UNAB