24 Septiembre 2020

Aún no existe una vacuna contra el virus que causa el SIDA ¿Algo podría salir mal con la del Covid-19?

Maria Isabel Oliver, doctora en Ciencias Biológicas y Directora de Ingeniera en Biotecnología de la Sede Viña del Mar de la U. Andrés Bello, analiza la idea de un desarrollo integrado de múltiples estrategias. Enfoque que posibilitaría la fabricación de distintas opciones de vacunas capaces de abarcar las diferentes condiciones sanitarias o ambientales de cada población.

En los últimos días, científicos y políticos del mundo, se han vuelto más cautelosos sobre las perspectivas de inmunización contra el Sars-CoV-2. El optimismo comunicacional inicial en la Universidad de Oxford, respecto al lanzamiento de sus primeros ensayos en humanos, tuvo que decantar y ponerse en contexto. Es cierto, las esperanzas de eliminar el virus comienzan con la vacuna, porque protege contra la infección y previene su propagación, pero sus plazos de desarrollo, demuestran que no terminan ahí. Los obstáculos a los que se enfrentan los científicos, también deben ponderarse, comprenderse y comunicarse, porque las vacunas son simples en principio, pero complejas en la práctica.

El 23 de abril de 1984, científicos anunciaron el descubrimiento del agente que causa el SIDA, un retrovirus que más tarde sería conocido como VIH. A más de 30 años de ese anuncio, aún no existe una vacuna. Hasta el año pasado, tampoco la hubo para el virus que causa la fiebre del dengue, a pesar de haber sido identificado hace más de 70 años. Otro ejemplo, es la vacuna para las paperas, la que demoró 4 años y es la de más rápido desarrollo en la historia. Si bien, los científicos que hoy trabajan en la búsqueda de una vacuna para el Sars-CoV-2, no han tenido que partir de cero, pues cuentan con la información obtenida previamente, sobre dos coronavirus anteriores, Sars (2002-04) y el Mers (2012), ninguna de las propuestas ha recibido licencia hasta el momento.

Sin embargo, un enfoque lento no es lo ideal en una pandemia y tal vez por eso, tan solo dos de las 80 vacunas candidatas en el radar de la OMS, han optado por el enfoque tradicional. Es decir, una vacuna cuya fabricación se basa en una versión debilitada del virus y donde los ensayos clínicos deben abordarse con cautela y lentitud. Y es que, la imperiosa necesidad de encontrar una solución, motiva a que se tomen atajos y riesgos ¿Cuál es el camino correcto entonces? En una sesión de preguntas y respuestas, la Dra. Maria Isabel Oliver, Directora de Ingeniera en Biotecnología de la Sede Viña del Mar de la U. Andrés Bello, explica que el camino es “un desarrollo integrado de múltiples estrategias”.

_ El VIH fue aislado hace más de treinta años y aún no existe una vacuna ¿Podría pasar algo similar con la vacuna para el SARS-CoV-2?

­_ No creo que sea comparable la situación de la vacuna del SARs CoV-2 con la del VIH. La razón fundamental del fracaso de la vacuna contra el VIH es que el virus infecta directamente los linfocitos T cooperadores. Células clave en la activación y organización de una respuesta inmunológica, por lo que la activación del sistema inmune se hace mucho más compleja. Además, el VIH posee una alta tasa de mutación. El virus se multiplica dentro de los linfocitos T y otras células del sistema inmune y, producto de las mutaciones, va cambiando su estructura externa, lo que le permite evadir la respuesta del sistema inmune y falla la efectividad de la vacuna. Por lo anterior, el diseño de la vacuna contra el VIH se ha dirigido a componentes internos del virus, lo que ha hecho su mucho más compleja la obtención de un diseño efectivo a la fecha. El SARS-CoV-2 es un virus mucho más estable, con un tasa de mutación menor, por lo que hasta ahora, en los estudios que se llevan a cabo para obtener una vacuna, no ha demostrado ser un impedimento. Por ahora, la mayor preocupación es determinar la real eficacia de las vacunas en desarrollo y tener una idea del tiempo de protección.

_ ¿Por qué podría fallar la fabricación de esta vacuna?

_ El principio de las vacunas se puede entender como simple. La estrategia es activar el sistema inmunológico con una preparación inocua que exponga las principales estructuras del patógeno, lo que se denomina antígeno. Al inyectar el antígeno, el sistema inmunológico puede aprender a reconocerlo de manera segura, producir una respuesta de defensa con anticuerpos y linfocitos específicos activos y recordarlo para el futuro. Si la bacteria o el virus infectan al paciente vacunado, su sistema inmunológico reconoce el antígeno de inmediato y monta una respuesta de defensa rápida y efectiva, antes de que el patógeno se multiplique y cause la enfermedad. Lo complejo es el diseño óptimo de la composición de la vacuna que sea capaz de activar efectivamente el sistema inmunológico para que se genere la memoria a largo plazo, pero que no provoque efectos secundarios en el organismo.

_ Sería difícil exagerar la importancia de desarrollar una vacuna para Sars-CoV-2, ya que se considera la vía más rápida para volver a la vida normal. ¿Es probable que sólo se termine con una vacuna, o varias vacunas, pero solo parcialmente efectivas?

_ Lo más probable es que la carrera no acabe con la llegada a la meta de la primera vacuna que demuestre su efectividad contra el SARS CoV-2. Muchas de las vacunas candidatas pueden fallar por no ser efectivas o apropiadas para toda la población. Es sabido que la efectividad de una vacuna puede variar entre individuos de acuerdo a diversos factores: factores intrínsecos del individuo como edad, genética o comorbilidades; factores ambientales como ubicación geográfica, estación; factores de comportamiento como fumar, y ejercicio, y factores nutricionales. Es por esto que es importante que el desarrollo de la vacuna se lleve a cabo a través de múltiples estrategias. Mientras más opciones de vacuna hayan, mayores probabilidades de abarcar las diferentes condiciones sanitarias o ambientales de cada población. Por otro lado, que varias vacunas lleguen a la meta de demostrar su efectividad, disminuye la presión por lograr en un corto tiempo la producción masiva de las dosis necesarias para la población, al tener muchas empresas farmacéuticas trabajando en la producción de las distintas vacunas.

Chile también produjo vacunas 

_En agosto se iniciaron las pruebas de las vacunas en Chile. ¿Qué implica esto en lo concreto?

_ Es una excelente noticia, un reconocimiento a la capacidad científica chilena y también para el área de salud de nuestro país. Esta alianza con uno de los desarrollladores más avanzados en la vacuna contra el SARS CoV-2 es una tremenda oportunidad de colaboración y aprendizaje científico. El convenio firmado entre la Pontificia Universidad Católica y SINOVAC Biotech establece el intercambio de conocimiento e información para poder realizar los ensayos en la fase III de las etapas clínicas y facilitar el acceso a esta vacuna. Además, este acuerdo abre las puertas para que a futuro se puedan establecer otros convenios con otros desarrolladores de vacunas candidatas.

_ ¿Chile cuenta con las capacidades técnicas, éticas, experiencia, sistema regulatorio etc. para iniciar este trabajo y eventualmente desarrollar vacunas o producirlas?

_Chile se escoge por dos razones fundamentales: somos un país con el virus circulando activamente, con una tasa de contagios alta todavía en algunas regiones y con un sistema de salud e instituciones científicas capaces de asumir el desafío de llevar a cabo una fase clínica de gran envergadura como lo es la fase III. Chile sí posee las capacidades científicas de desarrollo de vacunas, pero hoy no posee las capacidades técnicas para su producción. En el pasado sí se produjeron vacunas en Chile. Desde las iniciales e históricas ampollas de linfa vacunal contra la viruela, producidas en el Instituto de Higiene en los años 1920-1930, hasta la década de los 80, dónde se perdió la subvención estatal, para finalmente desaparecer a inicios del siglo XXI. Lamentablemente, la producción de vacunas fue catalogada poco eficiente en la relación costo/beneficio y se optó por adquirirlas desde el extranjero. Para toda investigación científica que involucre ensayos en animales y humanos, las instituciones científicas en Chile poseen comités conformados con el propósito de implementar las reglamentaciones de bioética y bioseguridad, con estándares internacionales.

_ Si todas las pruebas resultaran exitosas ¿Quién la recibiría primero?

­_ Una vez descubierta una vacuna segura y eficaz, viene el desafío de lograr la producción rápida de las dosis necesarias a nivel mundial.  La capacidad de fabricación mundial puede afrontar este desafío, pero las leyes de propiedad intelectual y derechos exclusivos de producción que se otorgan a las empresas farmacéuticas detrás de los desarrollos de cada vacuna, pueden complicar esta tarea y como consecuencia, aumentar el costo de cada dosis. En la historia de las vacunas hay un ejemplo esperanzador del criterio de solidaridad del mundo científico, esperable en una condición tan grave como una pandemia. El año 1955 el virólogo Jonas Salk, descubridor de la primera vacuna contra la poliomelitis, renunció a la posibilidad de patentar su descubrimiento y lo presentó como un bien universal en beneficio de todos. Consultado por quién poseía la patente de su descubrimiento, el científico contestó “No hay patente. ¿Acaso se puede patentar el sol?”

_ ¿Cuál sería el costo?

_ Lo más probable es que la demanda de vacuna sea muy superior a la oferta que se disponga en un principio. Esto generará otra carrera  por parte de los países por adquirir la vacuna. Es lógico pensar que los países con mayores recursos podrán tener un acceso más fácil a las dosis necesarias para proteger a su población. Sin embargo, desde que esta carrera por la obtención de la vacuna se inició, la OMS ha declarado en muchas oportunidades que velará para que la vacuna llegue a todos los países, particularmente a los que no pueden pagar por ella. Esperemos que este criterio solidario resulte y haya una distribución equitativa entre los países.

Otro desafío: hacer que cualquier vacuna sea segura

­_ ¿Las vacunas que contienen cepas de virus debilitadas pueden ser peligrosas para las personas de la tercera edad ¿Cree usted que este grupo podrá vacunarse?

_ Lograr la eficacia y la seguridad de una vacuna en las personas de la tercera edad es complejo debido a los cambios que debilitan el sistema inmunológico con la edad. Al respecto se pueden dar dos situaciones. Primero, que el sistema inmunológico no logre activarse frente a la vacuna y segundo, que algunas formulaciones, como la que utiliza virus atenuados, no sean seguras y presentes efectos adversos graves. Un paciente con su sistema inmunológico funcional, tiene la capacidad de eliminar los patógenos atenuados en su respuesta inmunológica. En cambio, es posible que las personas con sistemas inmunológicos comprometidos o debilitados, como los pacientes infectados por el VIH o personas de la tercera edad, no puedan responder adecuadamente a los virus atenuados o revertidos y se presentes efectos no deseados graves a la vacunación. Sí, se podrán vacunar las personas de la tercera edad, como lo vienen haciendo contra varias enfermedades como la influenza o la neumonía. Las posibles estrategias que se pueden utilizar para mejorar la seguridad e inmunogenicidad incluyen diferentes formulaciones, diferentes dosis de antígeno, vías alternativas de administración y el uso de adyuvantes, que potencien la respuesta inmunológica. Esta es otra de las razones por las cuales tener distintas estrategias de vacunas o distintas formulaciones es importante para poder ampliar la eficacia de la vacunación.

_ En el grupo de vacunas que lideran el proceso de inmunización contra el Covid-19, existen diferencias sustanciales entre una y otra. Teniendo en cuenta que se trata de una vacuna masivamente necesaria con la que habría que llegar a casi todos los lugares del mundo ¿Cuál le parece una buena opción?

_ En el contexto de la pandemia que estamos viviendo, la mejor opción va ser sin duda la que demuestre primero ser segura y eficaz en la protección contra la infección por SARSCoV-2. Las vacunas que están en fases clínicas más avanzadas se han desarrollado con diferencias en la estrategia de formulación del antígeno, la composición, el número de dosis necesarias y vías de administración.  A la fecha, de las 12 vacunas candidatas más avanzadas, solo una de ellas es administrada por vía oral y no a través de una inyección subcutánea o intramuscular (la vacuna BacTRL-Spike de la compañía Symvivo en Canadá).  En mi opinión, a pesar de que su formulación es compleja debido a que debe enfrentar barreras mucosas para lograr su absorción, esta vía de administración presenta grandes ventajas. Desde el punto de vista de la efectividad de la vacuna, en una vacuna de administración oral, el antígeno viral es entregado a los tejidos de la mucosa oral y gastrointestinal, entra a través de la mucosa y activa el sistema inmunológico. Esta vía privilegia la memoria inmunológica a nivel de las mucosas, como la mucosa respiratoria, principal tejido infectados por el SARS-CoV-2 y vía de entrada del virus al organismo. Esto produce una barrera inmunitaria en la vía de entrada y evita que los pacientes puedan ser portadores del virus. Desde el punto de vista de la administración masiva, aquellas administradas por vía oral, se caracterizan por ser de fácil administración y como su formulación suele ser altamente estable, no requiere de una cadena de frío en su distribución. Por esto,  esta estrategia sería muy ventajosa en las condiciones de cuarentena, haciendo más fácil la accesibilidad a toda la población, utilizando una distribución más generalizada y rápida ya que minimiza la necesidad de personal sanitario capacitado para su administración. Además esto podría impactar en el costo del programa de vacunación al reducir la necesidad de capacitar y movilizar el personal sanitario competente, lo que puede llegar a representar hasta un 25% del costo de la introducción de una nueva vacuna en la etapa de montar la logística de distribución y administración.

Esta nota es parte de la serie de actualizaciones sobre Coronavirus en la que los especialistas de la Universidad Andrés Bello (UNAB) ofrecen información sobre los últimos desarrollos e implicancias del brote de COVID-19.  Más información sobre esta campaña impulsada por UNAB en “Prevenir en UNAB”.

Escrito por Natalia Cabrera