17 Enero 2022

Académica UNAB Evelyn Cordero, una de las 100 mujeres líderes: “Este premio puede visualizar que las mujeres que estamos en educación podemos liderar espacios interdisciplinarios»

La psicopedagoga y académica del Programa de Pedagogía en Educación Media para Licenciados fue escogida entre más de 6500 postulaciones y recibió el premio en la categoría Educación.

A través de un correo electrónico y una carta adjunta que detallaba los aspectos de la postulación, la académica Evelyn Cordero recibió la noticia de su selección como una de las ganadoras del Premio 100 Mujeres Líderes que entrega Mujeres Empresarias junto al diario El Mercurio en su décimo novena versión.

“Me impactó haber sido escogida entre más de 6500 postulaciones. Lo sentí como un honor y un reconocimiento a mi trabajo en educación”, señala Cordero, quien no postuló ni está segura quién o quiénes la presentaron como candidata. “Cuando recibí el premio y lo hice público, algunas personas me señalaron que me habían nominado al premio”, agrega.

La psicopedagoga fue galardonada en la categoría educación, y si bien la primera carta la recibió en septiembre del 2020 la premiación fue un mes después a través de la plataforma Zoom debido a la pandemia. Sin embargo, hace solo algunas semanas recibió el diploma que certifica el reconocimiento a su trabajo en la educación.

Evelyn Cordero es profesora y psicopedagoga de formación inicial. Magíster en Educación, magíster en Ciencias Biológicas Mención Neurociencia, magíster y candidata a doctora en Neurociencia del Centro Interdisciplinario de Neurociencia de la Facultad de Medicina de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Fundadora y presidenta de Fundación Arrebol y directora ejecutiva de Redes para la Infancia. Es académica de la Facultad de Educación de UNAB y también coordinadora de prácticas de la carrera de Educación General Básica, Mención Orientación y Convivencia Escolar.

Méritos tiene para recibir el reconocimiento, pues además de su profundización en la Neurociencia y la Educación en la academia ha enfocado su trabajo en la comunicación científico-educativa, promoviendo buenas prácticas para la enseñanza, basadas en la evidencia científica de cómo aprendemos los seres humanos y desde ahí, contribuir a garantizar el derecho a la educación como un medio para el desarrollo integral humano.

Su más reciente línea de investigación se desarrolla en el contexto de su tesis de doctorado y consiste en caracterizar los correlatos neuronales de la creatividad.

¿Cómo toma la noticia de este premio y qué importancia tiene para su carrera?

Es un reconocimiento a mi trayectoria académica y mi trabajo en materia de divulgación científico-educativa. También es un reconocimiento al equipo de Fundación Educacional Arrebol, que yo presido y con quienes, en conjunto, trabajamos con el objetivo de promover un enfoque de enseñanza basada en la evidencia y por eso nos convertimos en un agente activo en la comunicación científico -educativa y actualización docente, lo que operacionalizamos por medio de nuestra Agenda de Extensión que incluye charlas, simposios, seminarios, cursos y talleres, todas actividades de acceso libre y gratuito.

¿Qué rol tuvo esa planificación en medio de la pandemia?

Este espacio representó para miles de profesoras y profesores un lugar donde acceder al conocimiento, conversar sobre sus prácticas pedagógicas y avanzar en sus objetivos educativos. Si a eso le sumamos que todo esto lo desarrollamos en contexto de pandemia, este premio tiene entonces mucho más valor. Fue uno de los años más complejos que nos ha tocado vivir y educación estuvo siempre al centro del debate social y público.

¿Por qué es importante para la facultad y la UNAB?

Sobre la universidad y la carrera, creo que es importante para las y los estudiantes contar con referentes mujeres. Las plazas de las carreras de pedagogía están ocupadas en un 70% por mujeres, sin embargo, cuando salen al mundo laboral, los cargos directivos no reflejan este número y son los hombres, que representan un 30% de los profesionales de la educación, los que ocupan el 50% de los cargos de poder y toma de decisiones. Este premio puede visualizar que las mujeres que estamos en educación podemos liderar espacios interdisciplinarios, levantar proyectos, convocar, dirigir, lograr nuestros objetivos y ser reconocidas por eso.

¿Qué es lo que han encontrado en tú labor como educadora y que pudo ser decisivo para ser parte de las 100 mujeres?

Pasé de 15 años de trabajo en aula escolar y universitaria al laboratorio a seguir estudios de posgrado en neurociencia. En ese espacio tan distinto y a la luz de los nuevos aprendizajes, me propuse llevar esos conocimientos al profesorado, hacer divulgación científica sobre educación basada en evidencia y de paso, habilitar a las y los docentes en investigación y desarrollo del pensamiento crítico. Creo fehacientemente que quienes educamos no podemos desconocer desde dónde proviene el conocimiento y cómo producirlo y aproximarnos a él; publicación científica, motores de búsqueda, paradigmas experimentales, análisis de resultados, evidencia.

¿Por qué la neurociencia?

La neurociencia para docentes no se compara con las aproximaciones que se pueden hacer sobre esta área desde las ciencias. Probablemente porque sus vínculos con educación son todavía discretos, pero sobre todo porque se nos entregan recetas procesadas por otros, dejando de lado la verdadera naturaleza de la ciencia: cuestionar y desarrollar pensamiento crítico. No se nos explican los mecanismos por los cuales se llegó a tal o cual conclusión, qué tipo de estudio era, qué experimentos se realizaron, cuán transferibles son esos resultados, el diseño, la metodología, las técnicas de recogida de información, la muestra, la estadística, cuestionar, analizar. Nada. Un par de eslogan sobre el cerebro, que suenan bonitos, pero son profundamente vacíos y a seguir haciendo en la sala de clases lo que hemos hecho siempre.

¿Cómo pudo intervenir más allá de la investigación?

Al tener clara esa problemática creé la Fundación Arrebol e invité a trabajar conmigo a otras personas de distintas áreas, para abrir espacios a la interdisciplina, porque quienes hemos tenido que lidiar con el desafío de enseñar en las aulas chilenas tenemos mucho que aportar al campo de la investigación educativa y ese nexo bidireccional entre docencia y ciencia, necesita construirse. Así, desde la fundación, comenzamos a convocar a profesores y profesoras con nuestra agenda de extensión y llenar ese vacío de conocimiento, sin subestimar las habilidades de las y los docentes para aproximarse a la ciencia y apropiarse de nuevos contenidos, con el propósito final de afectar a los niños y niñas en su proceso de aprendizaje.

¿Ha tenido incidencia más directa en ese aprendizaje?

Participé como científica conductora en un programa de televisión infantil llamado “Tengo una pregunta” que se transmitió por TV Educa, para llegar a niñas y niños confinados y estimular su curiosidad. La televisión, a diferencia de internet, tiene más llegada a lugares remotos y este aporte por la infancia también fue reconocido en esta premiación.

Una de las grandes críticas al Estado es la falta de educación de calidad ¿qué falta para acercarse a un nivel superior de enseñanza o aprendizaje?

Un problema en nuestro sistema educativo es que tenemos importantes brechas de aprendizaje con fuerte sesgo socioeconómico, según datos Simce (2017) solo el 23% de las y los estudiantes de segundo medio alcanzan los aprendizajes esperados para su nivel en lenguaje o matemática, lo que coincide con los estudiantes de nivel socioeconómico más alto que asisten a colegios particulares pagados. Esto implica un enorme desafío para la educación universitaria en al menos dos ámbitos, dotar al sistema de admisión a la educación superior de mayor justicia social, cambios que se han ido implementando y cuyos resultados se deben evaluar y, por otro lado, reconocer que muchos estudiantes necesitarán apoyo para la nivelación de sus habilidades básicas, pero también en acceso a formación integral.

¿Esto sirve de guía?

Lo que subyace a esta situación es que nos centramos en ciertos aprendizajes que claramente no se deben dejar de lado, pero no ampliamos la mirada hacia el aprendizaje integral donde es necesario incluir a otras áreas del conocimiento que han sido dejadas de lado por años, con consecuencia para el desarrollo de las habilidades del siglo XXI, que como país nos hemos comprometido a desarrollar y que incluyen la creatividad, el pensamiento crítico entre otras.

¿Entonces cómo comenzar a tomar un rumbo en un tiempo de cambios sociales y políticos?

Tenemos que definir qué consideramos un aprendizaje de calidad y consensuar formas de alcanzarlo y medirlo, pues un fenómeno ampliamente extendido es la influencia de las evaluaciones de la enseñanza, en cómo y qué se enseña. A mí juicio, un aprendizaje de calidad es aquel permite el desarrollo integral humano, sin sesgos de ningún tipo y termina siendo habilitante para enfrentar creativa y eficientemente los desafíos actuales.

En pandemia uno de los sectores más sobrepasados fue la educación, donde sobre todo las profesoras tuvieron hasta triple jornada laboral ¿Cómo cree que se presentan académicos y académicas al 2022 y cómo apoyarlos?

Vivimos en una sociedad machista donde las tareas de cuidado recaen fundamentalmente en las mujeres y aun así fue impactante verlo tan patente durante la pandemia con “el hombre cero”, la caída en las publicaciones de científicas y no de científicos, el colapso emocional de las educadoras/madres que no tenían más horas para dedicar al trabajo y crianza dejando de lado su autocuidado, no por opción, sino por presión laboral y social.

¿Qué se debería hacer con esa información por fin visible para todos los sectores?

Esta experiencia no puede pasar sin pena ni gloria, es importante sacar aprendizajes de esto y trabajar en políticas institucionales y públicas que reviertan situaciones como esta. Debemos avanzar en coparentalidad y en reconocer y valorar (también económicamente) las labores de cuidado y en el caso de las y los profesionales de la educación, debemos instalar espacios de autocuidado y también poner límites claros que permitan que las personas puedan compatibilizar su vida laboral, sin transgredir sus espacios personales. Estos cambios culturales toman tiempo, pero cuando van acompañados de leyes y normativas tienden a acelerarse, de ahí la importancia de que las instituciones abran estos debates para levantar políticas de apoyo.

Y en medio de ese contexto adverso le entregaron el reconocimiento ¿qué destaca de su desempeño o aporte a la educación para ser una de las 100 mujeres líderes?

Destaco de mi trayectoria académica y profesional, mi búsqueda incesante por el conocimiento y necesidad imperiosa por compartirlo y sumar a otros a este amor por aprender. Esto me ha motivado a estar permanentemente buscando nuevos espacios de encuentro para la divulgación científico-educativa y la discusión sobre los hallazgos que eventualmente, podrían impactar en nuestras prácticas pedagógicas. Sé el impacto que podemos tener los y las docentes en nuestros estudiantes, trabajar con profesoras y profesores es mi forma de impactar en la infancia.

Y al volver al inicio de esta carrera ¿cuál fue la motivación para decidirse por la pedagogía?

Mi pasión por la infancia y sus derechos en primer lugar, entendiendo que la educación es un derecho habilitante, es decir que permite el mejor ejercicio de otros derechos y yo consideré que ser parte de ese fenómeno, era una oportunidad maravillosa. Por otro lado, me apasiona aprender y la educación, es de esas carreras profesionales donde siempre debes estar actualizándote. La investigación educativa avanza con gran velocidad y eso implica estar permanentemente al día y en ese sentido, es una profesión altamente desafiante.

Cada año es una batalla conseguir que las nuevas generaciones se interesen en seguir la carrera docente ¿Qué caminos deberían tomar las casas de estudio para que el llamado sea exitoso?  

Pienso que debemos trabajar arduamente en la profesionalización docente. Somos expertos en enseñanza y eso, aparentemente, no siempre se tiene claro. La valoración social de nuestra profesión se ha deteriorado por diversas razones y creo que en eso las instituciones de educación superior tienen una enorme responsabilidad sobre sus hombros, en preparar a los futuros profesores y profesoras para enfrentar de manera exitosa los desafíos profesionales, desarrollando en ellos habilidades socioemocionales, de investigación, creatividad, pensamiento crítico e innovación.

¿Y el rol del Estado?

Las políticas públicas deben avanzar en incentivos para que más jóvenes vean en la educación su opción profesional. Creo que el foco en la vocación es el foco equivocado pues a partir de eso se comenten múltiples abusos, es la profesionalización y respeto por la labor pedagógica lo que provocará el cambio cultural que necesitamos para situar a la docencia como una de las profesiones más relevantes para una sociedad.

¿Qué proyecta desarrollar en educación durante el 2022?

Con la Fundación que dirijo, nos adjudicamos un proyecto para desarrollar una serie de televisión infantil con apoyo del Ministerio de Ciencias y NTV. Es un proyecto que nos tiene a todos los involucrados muy entusiasmados porque nos devuelve al trabajo directo con niñas y niños. Por otro lado, es un año desafiante en materia de Educación, el nuevo gobierno y la Convención Constitucional han puesto en el centro del debate este tema y tendremos que tomar decisiones como país, sobre la educación que queremos. Yo espero que logremos garantizar el derecho de las niñas y los niños a la educación. Lo que debe entenderse como el derecho de todo el alumnado a aprender con éxito, al margen de su origen o condiciones sociales, económicas, culturales o personales. Debemos saldar esa deuda con la infancia, esa infancia olvidada y excluida que nos recuerda que el fracaso escolar, es el reflejo del fracaso social.

Escrito por Inger Ambler