A BORDO | ¿Cuán deprimidos estamos los chilenos? Entrevista a Dra. Cynthia Zavala
Cynthia Zavala, psiquiatra y directora de la carrera de Medicina en la UNAB Santiago, dialogó con Polo Ramírez acerca de esta enfermedad, que actualmente afecta al 6,2% de la población. En la conversación, también se abordaron estrategias para detectar a tiempo posibles síntomas que podrían indicar un problema de salud mental.
El próximo martes 10 de septiembre se conmemora el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, una iniciativa de la Organización Mundial de la Salud destinada a sensibilizar sobre la importancia de apoyar, escuchar y tratar a quienes enfrentan problemas de salud mental, a menudo de manera silenciosa.
Actualmente, la depresión mayor afecta al 6,2% de la población chilena. Esta enfermedad puede intensificarse con la llegada de la primavera, cuando el aumento de luz solar y las oportunidades para actividades al aire libre podrían no ser suficientes para contrarrestar las presiones del estilo de vida actual.
La directora de Medicina UNAB, sede Santiago, y psiquiatra, Cynthia Zavala, conversó con Polo Ramírez en nuevo capítulo de A BORDO, entre varios temas, sobre qué es en términos médicos la depresión, por qué a menudo la coonfundimos con ansiedad o irritabilidad; cómo podemos aprender a reconocer y gestionar nuestras emociones; por qué el gasto público en salud mental no se condice con el aumento de cuadros de este tipo en el país; y cómo pequeños cambios pueden mejorar nuestro estado de ánimo.
Desde el punto de vista clínico, el diagnóstico de la depresión requiere la presencia de al menos uno de los dos síntomas fundamentales: ánimo triste o deprimido, o anhedonia, que es la incapacidad de disfrutar de las cosas que antes solían ser placenteras. Los pacientes suelen describir esta sensación como que «la vida ha perdido su sabor». Además de uno de estos dos síntomas, deben estar presentes al menos otros tres síntomas adicionales de la siguiente lista: cambios en el apetito, alteraciones en el sueño, disminución de la energía, sentimientos de desesperanza, ideas recurrentes de muerte y dificultades para concentrarse.
Zavala añade que estos síntomas deben durar al menos dos semanas, la mayor parte de los días y durante la mayor parte del día, afectando el funcionamiento familiar, social y laboral. «No se trata de una reacción temporal a un evento específico, una enfermedad, o el uso de algún fármaco o droga» añade.